El cantante confesó que Isabel lo cautivó con su enigmático ‘halo de misterio’ y su ‘belleza oriental’
Isabel, su primer gran amor
Cosmopolita, delicada, de educación exquisita y una belleza exótica y enigmática embriagadora. “Fue un toque de fascinación. Tenía clase, era distinta…”, escribió de ella en sus memorias tiempo después. Porque fue verla y aquella joven que hablaba varios idiomas, de ascendencia filipina y elegancia natural, dejaría para siempre una marca indeleble en Julio Iglesias . Corría 1971 y ambos se encontraban por vez primera en una fiesta organizada por los Terry. El cantante ya era una estrella internacional, después de participar en Eurovisión con un más que honroso cuarto puesto, sin embargo, no encontró la forma de acercarse a aquella jovencita misteriosa. Ella era Isabel Preysler. Entonces, una estudiante de Secretariado Internacional, hija del representante del Banco Español de Crédito en Manila.
“Fue un toque de fascinación. Tenía clase, era distinta…”, así describió Julio Iglesias su “flechazo” por Isabe
ARCHIVO ¡HOLA! AGENCIAS‘Yo no le hacía mucho caso al principio, pero era tan mono… Estaba pendiente de mí, me adoraba’, declaró años después Isabel Preysler sobre los azarosos comienzos de su historia de amor. Y es que la entonces estudiante de Secretariado Internacional no se lo puso fácil al cantante, que se había enamorado perdidamente de ella. Juntos formaron una de la parejas más ‘cool’, ‘fashionista’ y ‘trendsetter’ del momento, cuando, entonces, ninguno de estos tres términos existían.
El cantante se las ingenió para que hubiera un segundo encuentro. Pero ni con esas. Cuenta la leyenda que consiguió cruzar alguna frase con el objeto de sus desvelos. De hecho, se ofreció a Isabel y a todas sus amigas para llevarlas en coche a sus respectivas casas tras la boîte en la Casa de Campo, con la esperanza de que Isabel fuera la última en bajarse del coche… Su estrategia se fue al traste cuando, muy por el contrario, fue la primera en hacerlo y, encima, sin facilitarle su teléfono.
Decidido a olvidarse, puso rumbo a Londres, donde pasó el verano con una medio novia a la que, tal y como se supo mucho tiempo después, le habría dedicado su éxito eurovisivo: Gwendolyne Bollore. Pero el recuerdo de la joven oriental era recurrente. Contactos mediante, logró su número y las telefonistas de entonces —con tanta conferencia internacional-— sabrían de la constancia, persistencia y dedicación de aquel que había soñado con ser futbolista y había logrado formar parte del equipo titular “merengue” y del mismo que, según los traumatólogos, nunca volvería a caminar y, en cambio, subía sin miedo a caerse a la cumbre del éxito. Isabel, obviamente, claudicaría a tanta llamada y, finalmente, ambos acordaron una primera cita.
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Sería en un concierto con Juan Pardo sobre el escenario. A partir de aquí, ya todo es historia. Los encuentros se volvieron cada vez más constantes y la ilusión de un gran amor prendía en la pareja. Julio, según cuentan sus allegados, se había enamorado perdidamente. Para Isabel, no había ojos para nadie más. Ocho meses después, la pareja contraería matrimonio y la cita inesperadamente se convirtió en un fenómeno. Medio centenar de periodistas, autobuses de fans llegados de toda España y la televisión pública retransmitiendo el acontecimiento.
La boda del año y la ilusión de crear una familia
Ocho meses después de conocerse, Isabel Preysler y Julio Iglesias decidieron casarse. La boda se celebró un frío y lluvioso 29 de enero de 1971, en una pequeña capilla de Illescas (Toledo), donde se reunieron una multitud de periodistas que quisieron inmortalizar el “sí, quiero” de la pareja más famosa de España. Del brazo de su padre y padrino, Carlos Preysler, Isabel apareció con un sencillo y elegante traje de novia, confeccionado en crepé de seda, con una ancha banda en raso ciñendo la cintura. Un largo velo en tul ilusión y unos pequeños pendientes de perlas completaban todo su adorno. Julio, por su parte, caminó en dirección al altar en compañía de su madre y madrina, Rosario de la Cueva. Tras la ceremonia, los recién casados y sus mil invitados degustaron unos platos españoles y filipinos en los amplios salones de José Luis.
Julio e Isabel Preysler se casaron en 1971, en una pequeña capilla de Illescas (Toledo), convirtiéndose en la pareja más famosa de Españ
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ARCHIVO ¡HOLA! AGENCIASTres imágenes de la boda de Isabel y Julio
No tardaron mucho en comenzar a formar una familia. La primera en llegar ese mismo año fue María Isabel —a la que todos después conocerían como Chábeli —, nacida en Cascais (Portugal) el 3 de septiembre, mientras su padre se encontraba cantando. En enero de 1973, cuando había alcanzado la venta de diez millones de álbumes, el cantante y su mujer abrieron por primera vez a ¡HOLA! las puertas de su casa. Un momento en el que Isabel reconocía, en público, que no llevaba bien los numerosos viajes de su marido. Ante esta declaración, Julio prometió estar en casa para el nacimiento de su segundo hijo. Finalmente, cuando el bebé vino al mundo, el 25 de febrero de 1973, el cantante sí llegó a tiempo a Madrid. Siguiendo la tradición, el primer niño se llamó Julio José y, horas después de su bautizo, su padre tomaba un avión rumbo a Caracas, para una gira que le mantuvo un mes fuera de casa. La familia se completó con la llegada, el 8 de mayo de 1975, de su tercer hijo, Enrique Miguel.