Julio Iglesias está descansando junto a una de las piscinas de su complejo en Marbella, España

. Lleva unos pantalones chinos cortos, una camisa de lino blanca (que ya no está desabrochada hasta la cintura) y los mismos zapatos de cuero con suelas finas que ha llevado toda su vida.

Son como zapatillas de ballet. A sus 68 años sigue siendo guapo, lleno de cara, lleno de espíritu, pero a veces parece cohibido y le pide al fotógrafo que fotografíe desde un determinado ángulo.

Su propiedad es tan grande que me lleva en su carrito de golf por las 450 hectáreas.

“No tengo una gran voz, pero no se trata de eso. Lo importante es tener un gran estilo”, dice Julio

Es muy cariñoso, pero cojea con un pie vendado. “Es porque hacía el amor de pie”, dice. Rápidamente se corrige: “Si eso fuera posible… Cuando digo que hacer el amor no tiene que ver con el 𝓈ℯ𝓍o, tiene que ver con la vida. Hay que mantener la pasión por todo. Así es como se sobrevive. La pasión ha estado en mi ADN durante generaciones”.

En el carrito de golf me cuenta que en realidad tiene el pie vendado a causa de un accidente en la piscina y parece haberle provocado viejos dolores.

Empezó como portero juvenil del Real Madrid, pero un accidente de coche a los 20 años le dejó paralítico. Le dijeron que nunca volvería a caminar. Comenzó a aprender a tocar la guitarra tumbado boca arriba. Su determinación, y el no hacer caso a los médicos, le permitieron recuperar casi por completo la movilidad.

Mientras conducimos alrededor de su propiedad, pasamos por tres casas separadas, cada una con su propia piscina infinita. Pasamos por la escuela donde estudian cinco de sus ocho hijos.

Julio Iglesias junto a sus hijos Enrique y Julio Jose en Hawai

La iglesia donde, en 2010, se casó con su novia y madre de esos cinco hijos, Miranda Rijnsburger. Ella es 22 años menor que él, pero parece más joven, con sus labios carnosos y su cabello rubio oscuro mojado por el baño.

Pasamos por el estudio donde ha regrabado su mayor éxito británico, Begin The Beguine, para un álbum titulado 1 (todas sus canciones número uno reelaboradas).

Habla con insinuaciones 𝓈ℯ𝓍uales casi constantes, pero donde antes podría haber sido un coqueteo real, ahora es una broma, burlándose del notorio amante que se suponía que era.

Me dice: “No tengo una gran voz, pero no se trata de eso. Es importante tener un gran estilo. Mira a Frank Sinatra”. Comienza a cantar When Somebody Loves You al estilo de Ol’ Blue Eyes y me mira directamente. “Mi versión de 2012 de Begin The Beguine es muy diferente de la original”.

Una vez dentro, me la toca. Suena muy moderna, muy de club, muy veraniega. “Mi interpretación ahora es diferente porque mi experiencia vital es diferente. No tienes las mismas opiniones que hace 30 años”. En muchos sentidos, parece trabajar más duro que hace 30 años.

Publica sus álbumes en muchos idiomas y hace giras sin parar. Sus hijos de su segundo matrimonio –Miguel, de 14 años, Rodrigo, de 12, las gemelas Victoria y Cristina, de 11, y Guillermo, de 5– hablan mandarín, además de español, inglés y holandés, porque es consciente de la importancia del mercado asiático.

“Nunca he tenido un gran talento. Tengo un poco de talento y mucha disciplina y una buena relación con mi cerebro y mi corazón. Hay un dicho que dice que no hay mayor honor en la vida que el que proviene del sacrificio. El sacrificio te hace fuerte”. Y él lo cree mucho.

Medita todos los días. Quiere aprovechar al máximo cada momento. ‘Me gusta hacer ejercicio. Siempre camino una hora al día, nado 250 días al año y hago ejercicios de equilibrio que me llevan una hora. Para tener un control perfecto, eso es lo que hago. Si no lo hago, lo pierdo.

‘No como mucho. Bebo vino todas las noches. Me encanta el vino tinto, es bueno para mí. Llevo comprando vino los últimos 50 años.

Los que compré cuando tenía 20 años por 20 libras la botella ahora valen 3.000 libras la botella. El vino me permite hablar conmigo mismo, reflexionar. El buen vino te da eso de una manera increíble. Me permite entrar en mi alma y meditar. Vivo para esos momentos.

Se ha escrito que ha tenido más de 3.000 amantes, una cifra que siempre ha dicho que es exagerada. Pero no hay duda de que se lo pasó en grande. Las mujeres solían esconderse en sus habitaciones de hotel después de los espectáculos y una vez admitió que para él el 𝓈ℯ𝓍o era “tan vital como el sueño”.

Se escribió que tuvo alrededor de 3.000 amantes, una cifra que él sostiene que es exagerada.

Ahora se da cuenta de que esto puede haber lastimado a muchas personas, incluida su primera esposa Isabel Preysler, con quien se casó cuando él tenía 26 años y ella 19. Ahora tiene una relación cercana con sus hijos mayores –Enrique, 37, Julio, 39, y Chabeli, 40–, pero admite: “No fui un muy buen padre en el sentido de que no estaba muy presente”.

Parece que quiere compensar esto con su segundo grupo, que está con él dondequiera que estén en el mundo. Entran y salen de la casa, él los presenta a todos, son todos muy educados.

Estuvo con Miranda durante 20 años antes de casarse. ¿Por qué? ‘Mi esposa es holandesa y muy independiente. Nunca quiso ni necesitó casarse.

“Teníamos mucha pasión y pensábamos que con eso bastaba. Pero entonces Guillermo preguntaba: “¿Por qué no os podéis casar?”. Entonces el chico nos provocó. Nos casamos por los niños, no por nosotros. Por ella y por mí, siempre íbamos a estar juntos hasta el fin de los tiempos”.

Se dice que Julio tiene un patrimonio de 192 millones de libras

Había leído que al principio él no le era fiel y que a ella no le importaba ni siquiera se lo exigía. Él parece un poco ofendido.

‘Vayamos al grano. Soy una persona fiel en estos últimos años. No te digo que siempre lo haya sido, pero ahora no me interesa el cerebro ni el corazón de otra persona porque no puedo imaginar mi vida sin su cerebro ni su corazón.

El día que conocí a mi mujer entendí que ella era mi vida. A veces pasa, pero no cuando tenía 32 años. Entonces estaba loco.

El momento de locura al que se refiere es la ruptura de su primer matrimonio. Isabel no podía aceptar su infidelidad. Me pregunto si le gusta coleccionar mujeres como le gusta coleccionar vino, que es obsesivamente. Parece dolido e incomprendido, y dice con dureza: “No, en absoluto. He respetado a las mujeres desde el principio de mi vida. Adoro a las mujeres”.

Los hombres que dicen que aman a las mujeres suelen amar a más de una a la vez. ‘Los hombres son todos iguales y estoy bastante segura de que los hombres que aman a las mujeres nunca dejarán de amarlas, pero hoy en día no es así para mí porque eso requiere una energía increíble y prefiero compartir esa energía con mi familia’.

Si hubiera conocido a su actual esposa cuando tenía 20 años, ¿se habría comportado de manera diferente? ‘No puedo responder a esa pregunta. En ese momento estaba coqueteando. Me gusta coquetear con la vida. Pero ahora, si veo a una mujer hermosa, ¿quiero usar esa energía para intentar conquistarla? No. Nunca más. Se acabó.’

El personal, con uniforme blanco, nos da unas tortillas deliciosas. Permanecen en la propiedad todo el año, aunque él solo está aquí dos meses. Se dice que su fortuna asciende a 192 millones de libras.

Sin embargo, este no es un hombre que esté contento. ¿Qué lo hace feliz? “La felicidad es algo que me confunde. No soy un hombre feliz. Básicamente, pongo situaciones frente a mí y las logro.

“Estar feliz significa estar contento y yo no estoy contento. Eso sería muy envejecedor. No quiero quedarme aquí sentado esperando que algo suceda. Quiero que suceda”.

Sus ojos brillan. “Bebamos vino ahora”. Copas del tamaño de peceras de peces de colores están llenas de un delicioso vino que vale 800 libras la botella. Sonríe y brinda. “Este puede ser el mejor vino de la historia”.