El tenista habla de uno de los momentos más duros de su vida y recuerda cómo salió adelante.
Esta semana, Rafa Nadal publicaba una carta en la web The Players Tribune titulada ‘El regalo’, en la que repasa los momentos más emocionantes que ha vivido a lo largo de su increíble carrera, en la que atesora 22 títulos de Grand Slam, entre ellos 14 Roland Garros.
Haciendo balance de su carrera, es inevitable hablar de las lesiones, que han sido un auténtico calvario para él: “Me lesioné cuando tenía 17 años y me dijeron que probablemente nunca volvería a jugar al tenis profesional. (…) No es solo una pequeña fisura en el pie, es una enfermedad, no tiene cura, solo tratamiento. Es el síndrome de Mueller-Weiss (…) Pasé muchos días en casa llorando, pero fue una gran lección de humildad y tuve la suerte de tener una familia que siempre han estado y están muy cerca de mi en todo y sobre todo mi padre, la verdadera influencia que he tenido en mi vida, que siempre fue muy positivo: Encontraremos una solución, dijo. Y si no, hay otras cosas en la vida aparte del tenis (…) Después de mucho dolor, cirugías, rehabilitación y lágrimas, se encontró una solución, y durante todos estos años fui capaz de resistir”.
El tenista mallorquín recuerda sus primeros pasos en el circuito profesional y la importante lección que aprendió cuando tenía tan solo 12 años: “Creo que tenía unos 12 años. Me encantaba ir a pescar (…) Un día fui a pescar, cuando podía haber estado entrenando y al día siguiente perdí mi partido (…) Mi tío Toni que, a esa corta edad tuvo una gran influencia en mí y fue quien hizo que me enamorase del tenis, me dijo: Está bien, es solo un partido de tenis. No llores ahora, no tiene sentido. Si quieres pescar, puedes pescar. No hay problema. Pero entonces perderás. ¿Y si quieres ganar? Si quieres ganar, lo primero es lo primero. Fue una lección muy importante para mí”.