23 de Septiembre. Julio Iglesias celebra su septuagésimo noveno cumpleaños. Pero ¿dónde? Hace ya meses que no se tienen noticias suyas, salvo que en su cuenta de Instagram dijera, acerca de su salud, que se hallaba vivito y coleando, dispuesto a reaparecer algún día y a seguir grabando discos. Lo cierto es que lleva un par de años sin pisar un escenario, que es lo que le quita probablemente el sueño. La pandemia fue en principio la causa de esa ausencia. Pero se supo asimismo que el cantante tenía problemas de movilidad. Nunca podrá perdonar a quien le hizo una fotografía y la difundió en redes sociales, en bañador, sujetado por dos jóvenes en biquini, que lo sostenían, casi como si fuera un anciano. En un breve comunicado, Julio hizo saber que, a su edad, es normal que tenga los alifafes propios de ella. Siempre fue muy estoico.
La interrogante de dónde podría festejar ese septuagésimo noveno aniversario de nacimiento se debe a que son cuatro las mansiones que posee, a saber: primeramente la situada en Indian Creek, una isla privada de Miami donde únicamente residen menos de un centenar de propietarios. Y Julio Iglesias es dueño de un quince por ciento de ella. Conocí allí mismo el casoplón en los días aciagos del secuestro de su padre por un comando de ETA. Años más tarde el cantante mandó destruirlo para construirse el que es, digamos, su más habitual hogar, donde Miranda y sus cinco hijos habitan casi todo el año. Menos cuando viajan a España para disfrutar en verano en la finca “Cuatro Lunas”, situada en Ojén (Málaga), en la urbanización “La Mairena”. Existe, por cierto, una confusión en la que más de una vez hemos incurrido los periodistas, creyendo que es la propiedad que le vendió el torero Curro Romero a Julio.
Y, aparte de esas dos propiedades, Julio tiene una tercera, en las islas Bahamas, a donde se traslada de vez en cuando en avión, travesía aérea en la que invierte menos de una hora. La cuarta es la de la República Dominicana, donde en la playa le tomaron esa fotografía ya comentada en brazos de dos acompañantes femeninas. Se advertía la delgadez de sus extremidades inferiores. Julio impidió siempre que se publicaran imágenes suyas en bañador, de cuerpo entero, en alguna piscina o en la playa.
La imagen emitida en TV de Julio Iglesias | Mediaset
Dejando a un lado su gran patrimonio, sus muchas inversiones inmobiliarias y negocios variados, en particular en Punta Cana, un paraíso de la República Dominicana, centrémonos ahora en su otra vida, la de un seductor que enamoró a buen número de mujeres, aunque no tantas como a veces se le adjudicaba. Cuando todavía estaba muy lejos de convertirse en el ídolo mundial de la canción fue cuando se casó con Isabel Preysler. Su historia ha sido tan repetida, que rehusamos referirnos a ella. Salvo para indicarles que ya en 1973, tres años después de su boda, la engañaba. Primero, que se sepa, con una artista de variedades, mexicana, llamada Sasha Montenegro. Luego, en julio de 1975, actuando en una sala de fiestas de San Feliú de Guixols (Gerona) fue cuando se enrolló unas cuantas noches con la bailarina portuguesa María Edite Santos, lo que andando el tiempo a él le ocasionaría no pocos quebraderos de cabeza, aunque disimule. Si bien la justicia, en su último pronunciamiento, mayo de 2021, dictó sentencia favorable al cantante en torno a la presunta paternidad de éste de un hijo nacido de aquella relación, el asunto colea y ese joven, Javier Sánchez, persiste en su derecho a ser reconocido. Está en juego, aunque éste diga que no persigue nada más que eso, una fabulosa fortuna que ya en 2009 se estimaba en 5.200 millones de dólares. Posteriormente, la revista Forbes, nada sospechosa y muy bien informada, situaba el capital de Julio Iglesias entre los más importantes de España, aunque él declare al Fisco más bien fuera de nuestro país. Desde 1978 tiene residencia fiscal en la República Dominicana. Tiene buenos asesores. Según un documento de un denominado Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, Julio tiene a buen recaudo gran parte de su fortuna en las Islas Vírgenes Británicas, donde los impuestos son más llevaderos por quiénes abren allí sus cuentas bancarias. Se han cifrado cuarenta las sociedades a su nombre. Una de sus cuentas más importantes, al parecer, es la de la compañía Trident Chambers Road Town.